"Buenos días, Sol.
¿Qué haremos hoy sino seguir soñando tras soñar?
Un poco de brisa, unas gotas de agua, un suspiro de mar,
eliminan de cada grieta de mi traje de piel
el polvo acumulado.
Quizás algo de comer,
quizás una lágrima por un recuerdo pasado,
quizás unas líneas, quizás para ti,
quizás una canción o esperar al ocaso.
Me calzo de ilusiones,
miro al horizonte, me llama, le atraigo,
y con esa hora inexacta de cualquier momento,
tan buena como una cita con el destino,
recojo mi vida,
me la echo a la espalda y me lanzo al camino.
Soy un vagabundo atado a un mundo libre,
busco las fronteras que alguien ha dibujado,
pero veo tierras, bosques, montañas...
Hasta ahora ninguna línea me ha parado.
Soy un vagabundo atado a un mundo libre,
sin otra posesión que lo que llevo en las manos,
no importa nada, salvo el momento,
hasta que este haya pasado.
Cuando llueve, soy lluvia. Cuando nieva, soy hielo.
Si el suelo arde, soy la llama mecida por el viento.
Esa cueva es
una casa en la que no hay dios ni amo,
dulce posada salvaje
poblada de árboles,
poblada, también, por animales.
Pero estos luchan
por su existencia, no por trapos mal pintados,
llevan su planeta a cuestas,
llevan el oficio tatuado
en las garras, en los ojos,
en la música del instinto,
un mismo poema a distintas voces
para un mismo cielo
tan lleno. Tan vacío.
Soy un vagabundo atado a un mundo libre,
convivo con las fieras que nadie ha domesticado.
Me respetan, les respeto.
Ciudad de bestias, auténticos ciudadanos.
Soy un vagabundo atado a un mundo libre
sin otra posesión que lo que llevo en las manos.
No importa nada, salvo el momento,
hasta que éste haya pasado"
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